Por:
Andrea Vanessa Ruiz Viloria
Mauricio Franco
Michel Pachón
Erick Alvarado
Agradecimientos:
Tríada del Sur
Sandra Fosca, Waldino Fosca
Casa de poesía Waldino Fosca
Escuela de Medios sin comillas 2021
Mi casita pintada
Es diferente a las demás
Es campesino, panadero, líder social y poeta. Llegó a los 10 años a Bogotá trayendo sus raíces de Quipile, Cundinamarca. A sus setenta y algo de años, Waldino Fosca admite que la palabra poeta, era algo lejano para él. Antes de escribir poesía, fue panadero desde los 13 años de edad. Las condiciones laborales lo hicieron migrar a la ciudad en busca de nuevas oportunidades para él y su familia.
En Bogotá vivió en diferentes lugares como Usaquén, Engativá, Fontibón, Teusaquillo, Barrios Unidos y Bosa. Sin embargo, decidió quedarse en Ciudad Bolívar desde 1995, su casa actualmente se ubica en el barrio Santa Viviana, al lado del Colegio de las Monjas. Waldino levantó las paredes y cada espacio de su vivienda con sus propias manos.
La libertad rompe el silencio es el verso de bienvenida, está ubicado en el portón de su casa acompañada de un paisaje que resalta el color azul, el naranja y el verde; fue un mural realizado por el colectivo literario Letras del Sur. Mario Enrique Arévalo es uno de los gestores creativos de este proceso, conoció la poesía de Waldino cuando un amigo le prestó el libro, Canto Paralelo; allí descubrió que era un escrito que representaba a Ciudad Bolívar y siguió los pasos hasta conocer al poeta. Letras del sur lleva más de 9 años realizando procesos de creación literaria y ha recopilado varios escritos en proyectos conocidos como el Libro cartonero donde también visibiliza a varios escritores de la localidad.
Su biblioteca está construida con muebles reciclados, allí guarda algunos libros de sus amigos Javier Huérfano, Arturo Hernández, Nicolás Peña Posada, escritores capitalinos que se encontraron con Waldino en su trayectoria literaria... Aún conserva a su cómplice de historias, una máquina de escribir donde redactó su primer libro, Canto Paralelo; su portada resalta el color amarillo y un hombre vestido de soledad.
Este libro fue dedicado a su única hija, mi padre le dedicó bastante tiempo, quería que fuera el nacimiento perfecto de su primer ejemplar porque era otro hijo para él, cuenta Sandra Fosca, quien no pudo asistir al lanzamiento de esta obra literaria porque se encontraba hospitalizada.
En 1997, Waldino insistió en la publicación de su libro, recorrió varias editoriales buscando la opción más económica porque no contaba con los recursos suficientes para hacerlo, sin embargo, vendió el único lote que tenía en ese entonces y finalmente pudo concretar con la Editorial Guaicamarintia Editores la impresión de 1.000 ejemplares por un millón de pesos. Vendió 700 ejemplares y el resto los donó a las bibliotecas comunitarias.
El poeta hizo un curso de alfabetización digital en el 2017 para escribir sus escritos en Word, fue así como el colectivo Letras del Sur se solidarizó con él y le donó una computadora. Ahora transcribe los versos en su primer equipo de pantalla robusta.
Tuvo un rostro
De pesadumbre lejana.
El contacto con la literatura la tuve después de formar mi hogar. Mi primo me animó a estudiar, entonces decidí terminar la primaria, menciona Waldino, que no sabía ni leer ni escribir, lo aprendió casi a sus 30 años cuando culminó su primaria, puesto que en el campo, dónde él vivía cursó hasta segundo. Al finalizar la primaria se dejó sorprender por la literatura cuando tenía que hacer una presentación cultural en el colegio.
Su primer encuentro literario fue con la crónica de una muerte anunciada y el coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez, allí descubrió su capacidad de imaginación y creación literaria.
Empezó a escribir su trayecto entre el campo y la ciudad, fue así como encontró la combinación perfecta de las palabras para darle un estilo poético a lo que escribía, también se dejó influenciar por Romancero Gitano de Federico García Lorca, su profesor de último año se lo había recomendado por las asonancias.
Se dejó cautivar por la poesía política de Pablo Neruda: Canto General, 20 poemas de amor y una canción desesperada; admiraba al Indio Rómulo por su pinta campesina y la manera como él declamaba. Fue así como se quedó con los versos de la poesía rústica y de protesta: Romulito soy pa toitos.
Waldino recuerda sus primeros versos cuando empezó a escribir el poema que se titula Migración del Campesino
Sufrir es mi destino
Mis palabras lo dirán
Soy campesino de tiempo
Mis paisanos lo dirán
Fui pastor de gran rebaño
Fui peón de sol caliente
Mi taita fue arriero…
Declamaba los versos, que al parecer se aprendió de memoria, porque no están en ninguno de sus libros publicados.
Por sus poros
De huecos trascendentes,
El poeta solitario guarda silencio entre los muros de su casa, vive con Mimi, un gato blanco que esquiva los sonidos bruscos de su casa o las voces de los niños cuando llegan los sábados a las dos de la tarde, siempre se esconde detrás de las botellas de plástico, canastas y demás equipos sin arreglar que guarda Waldino.
En las mañanas su rutina empieza con un café, tiene un cuaderno al lado de su mesita de noche y un esfero para escribir algunos de sus versos. Aún conserva el horno que compró de segunda hace más de diez años con el que intentó emprender en panadería, sin embargo, ahí hace algunas galletas para brindarle a los niños que asisten a las actividades culturales que realiza en su casa.
Waldino no tiene lujos pero conserva algunos cuadros que fueron pintados por jóvenes hace más de 15 años cuando prestó su casa en Santa Viviana para una actividad cultural; tampoco tiene electrodomésticos de última generación, solo conserva un radio en el que escucha las noticias, tiene un lavadero donde enjuaga los platos de la cocina, lava su ropa y enjuaga sus manos antes de recibir a las personas en su casa. El agua la conserva en un balde grande para los gastos varios, el piso aún es de tierra donde enmarca las huellas de los zapatos de los niños.
Creo que aquí puedo cumplir mi sueño de ser poeta, dice Erick Jeampier Perozo Alvarado, un niño de 13 años que migró desde Venezuela en busca de nuevos proyectos. Él iba caminando frente a la casa de Waldino cuando Sandra Fosca lo invitó al taller de escritura, inmediatamente aceptó y hace dos meses aproximadamente asiste al proceso. Durante el 2021 no tuvo la oportunidad de estudiar en un colegio oficial, pero va a esta casa todos los sábados sin falta.
Waldino Fosca recuerda que a su familia nunca le llamó la atención la creación literaria, tampoco tuvo un impulso moral ni económico, entonces fue hasta el año 80 cuando se dejó sorprender por las letras y se alejó de su familia. La inclinación por la escritura incrementó, entonces compraba libros de segunda mano para dejarse contagiar por la soledad que lo obligaba a hacer una lectura minuciosa.
El soplo del viento
Entró sin contemplaciones.
En su hogar las cosas no iban muy bien, entonces se separó de la mamá de su única hija, Sandra Fosca. Yo iba a ver a mi hija pero tenía situaciones críticas con la mamá, la relación con ella siempre fue difícil. Confiesa que la separación de su hija lo llevó a una tristeza larga, incluso tuvo un accidente de trabajo cuando era panadero.
Mi padre es el personaje principal en su poema los inaceptados porque mi mamá nunca admitió que el sueño de mi papá fuera escribir, dice Sandra luego de un suspiro largo al terminar de leer los versos de Waldino.
Ahora en su pecho
de piel anaranjada
Waldino participó varias veces en los recitales que realizaba La Casa de Poesía Silva, allí asistía a los talleres del poeta colombiano reconocido, Jotamario Arbeláez, quien también lo motivó a querer publicar su primer libro Canto Paralelo.
En 1997, Canto Paralelo fue la primera obra del poeta soñador, vendió lo poco que tenía para publicarlo después de esperar seis años. El talento de Waldino se veía afectado por los gastos de edición y producción.
Waldino tiene una mirada crítica de lo que significa escribir y contribuir a la construcción de comunidad. En sus poemas retrata su diario, sus secretos y el cambio que quiere ver en el mundo.
El Estado está en deuda…La casa de poesía está supliendo una función del Estado que es la de armonizar la sociedad civil y de humanizar el territorio nacional, son las palabras de Arturo Hernández, poeta y amigo de Waldino quien ha acompañado los últimos procesos culturales de este espacio.
Una paloma sonríe
Sobre las tristezas flácidas.
Yo quería publicar porque una persona independientemente de la academia y la economía puede ser atrevida y cumplir los sueños, dice Waldino Fosca, quien ha sacrificado sus logros materiales para satisfacer sus anhelos: un lote para publicar y construir una casa de poesía.
El Alcalde de Ciudad Bolívar, Horacio Guerrero García, menciona que a través de los convenios la Casa de Poesía podría ser beneficiada con recursos distritales. Sin embargo, durante el 2021 solo se ganó dos estímulos con la Secretaría de Cultura y con Es Cultura local, modelo de desarrollo con el cual beneficia a más de 50 niños, niñas y jóvenes de este proceso.
Tiene piel de latas
Tenues, grises y frías;
En el 2017, Waldino Fosca participó en los talleres de creación literaria del colectivo Letras del sur. Un hombre de palabras silenciosas, de gestos poco expresivos y con la capacidad de escritura extraordinaria. Así era Waldino cuando llamó la atención del realizador audiovisual Mauricio Franco, quién también era integrante del grupo literario y sintió la importancia de contar su historia porque es un poeta que vive en el anonimato. Esta era la oportunidad para hacerle un homenaje en vida.
Con el apoyo de la Cinemateca Distrital en la VI temporada, se logró la producción del documental Waldino. Su historia y su sueño cumplido fue reconocido después de diez años de haber publicado su primer libro Canto Paralelo. Durante la realización de este documental se reencontró con Sandra Fosca, luego de haber perdido contacto por más de seis meses, retomó su relación familiar con su hija y sus dos nietos. Desde entonces el poeta no ha dejado de soñar.
Romantizamos su poesía, no su pobreza, es la respuesta de Mauricio cuando habla de las críticas que ha tenido el documental al mostrar la vida real y cotidiana de Waldino Fosca.
El poeta a sus 73 años solo recibe $150.000 mensuales entregado por Colpensiones en reconocimiento de su actividad literaria y es beneficiario del comedor comunitario de Santa Viviana.
Pintadas con el perfume
De la cálida alborada.
En el 2018, fue el representante del proyecto Festival Literario Caminos Y Palabras en Ciudad Bolívar, desde allí publicó su segundo libro Triada del Sur, en el que recogió todos sus escritos y vivencias. Para el poeta, su libro estuvo incompleto por lo que ha decidido realizar algunos ajustes.
Sandra Fosca ha acompañado durante los últimos años los pasos de su padre, estuvo en el lanzamiento de sus dos libros y lo motivó a publicar en el 2019 La voz de mis raíces. Junto a Waldino creó el colectivo literario Triada del Sur que promueve el proceso formativo de los niños, niñas y jóvenes del barrio Santa Viviana todos los sábados, su compromiso ha trascendido y comparte la idea de un espacio cultural para la comunidad: La Casa de Poesía, Waldino Fosca en Ciudad Bolívar.
La gente pasa y la mira de reojo
Por su cara pintada
Mi intención era despertar y convencerme de que era posible, dice el poeta que vendió su lote para publicar su primer libro y ahora construye un espacio cultural, con el fin de seguir cumpliendo sus sueños.
Waldino es reconocido en su barrio por su calidad humana y la gestión cultural que realiza por la comunidad, por eso, los vecinos aún se sorprenden al escuchar que sigue arriesgando lo que tiene para hacer realidad sus sueños.
Hágame un favor, ¿Dónde queda la Casa de Poesía del Señor Waldino? - pregunta una señora en la tienda, mientras Waldino compra lo del desayuno.
Es mi casa, responde el poeta sin ser reconocido a primera vista.
Ni la fama, ni los recursos le afana. Afirma que los sueños se deben convertir en obra para que dejen una huella por el paso en este mundo. Es así como entre los pasos tranquilos del poeta se percibe su largo camino en la escritura.
Por eso digo:
Es diferente a las demás
En las cuadras de las batallas.
Poema Mi Casita Pintada del libro Triada del Sur.
En el marco de la Semana de la Juventud en la vereda La Pedregosa, en Cajibío, Cauca, niños y jóvenes de entre 7 y 35 años se animaron a reconocer a algunos líderes de su territorio que han despertado su interés por las artes.
Hoy, a casi un año del traslado del ETCR Mariana Páez al municipio de Acacías, Meta, son alrededor de 250 personas las que le apuestan a la construcción de paz. Solidaridad y resiliencia son las palabras con las que la comunidad define su unión.
A través de una serie de talleres, este grupo de jóvenes se propusieron construir desde cero las estrategias de comunicación de cada una de sus iniciativas y colectivas poniendo en el centro la defensa de los derechos humanos en sus territorios.