Por:
Norma Castillo
Agradecimientos:
Colectiva Guásimas
Escuela de Medios sin comillas 2020
Esta historia se desarrolla en la Vereda Amurrupá, en la Nueva Área de Reincorporación (NAR) Jimmy Tatamá, localizada en el corregimiento de Santa Cecilia, Risaralda.
En la Nueva Área de Reincorporación (NAR), lugar en el que convergen diferentes comunidades organizadas en cabildos, consejos comunitarios y la población firmante de la paz, se respira la multiculturalidad a donde se vea. Se llega tomando un bus Occidental desde el Terminal de Pereira que vaya hasta Tadó, Chocó, que sale cada hora, u otro que va hasta Istmina. Luego de entre tres a cinco horas, que puede durar el viaje, se arriba a Santa Cecilia, corregimiento del municipio de Pueblo Rico, Risaralda, ubicado al noroccidente del departamento. Es un lugar poblado a lo largo del río San Juan, cuenta con una pequeña plaza, la cual alberga a comerciantes que ofrecen entre su mercancía productos de primera necesidad.
La vereda Amurrupá, está ubicada en la zona rural de Santa Cecilia, al sur de la plaza de Pueblo Rico. Para llegar allí hay que andar por un camino de herradura y atravesar un puente colgante sobre el río San Juan, girar hacia el oriente en la ladera del río hasta encontrar la convergencia de los afluentes Amurrupá y San Juan. Durante el camino, al lado y lado, se puede apreciar una extensa y frondosa huella de vegetación. Se llega hasta una caseta de madera, ahí está la piscina de don Alirio, un lugar que en tiempos de fiesta se realizan festivales, se vende pescado frito, cocido y hasta tilapia de los estanques. A un kilómetro de ahí, queda la Nueva Área de Reincorporación Jimmy Tatamá.
Amurrupá, nombre de origen afrodescendiente, es una vereda compuesta por diez viviendas incluyendo las del NAR Jimmy Tatamá. Sobre un puente colgante que atraviesa el río San Juan, cuya desembocadura es en el pacifico, se ve la vertiente del río Amurrupá. Más adelante, hacia el oriente, se sigue el trillo que recorre bordeando la ladera hasta encontrar el último caserío, algo improvisado, con paredes en madera, algunas casas forradas de lona negra simulando paredes.
Para los propósitos de este artículo, se entenderá la participación política como la presentación democrática a elecciones populares, la implicación como miembros de un partido político y a la construcción de proyectos que generen influencia directa en los gobernantes.
La mujer colombiana en pleno siglo XXI es aún invisibilizada por la sociedad y por las comunidades a las cuales pertenecen. Si bien se han realizado avances en leyes que fortalecen la participación e inclusión de las mujeres en política, no ha sido suficiente para tener una paridad en posiciones de poder e inclusión de los partidos políticos en Colombia.
Algunas de las leyes son:
Sin embargo, la presencia de mujeres y la paridad en los espacios de participación política sigue siendo baja, sobre todo en puestos de representación de elección popular como en el Congreso, alcaldías y concejos. En las elecciones regionales de 2019 en Colombia, no solamente se redujo la postulación de mujeres a los cargos, también hubo reducción en las elegidas por voto popular. Frente a las alcaldías, fueron elegidas tan solo 130 mujeres como alcaldesas en 1.101 cargos, 3 menos que en 2015, con una participación del 12%, lo que muestra que aun teniendo las leyes que proclaman paridad y garantías de participación de la mujer, como la Ley de Cuotas, lo cierto es que las mujeres no están teniendo una oportunidad real de acceder a cargos de poder, por lo que, y como afirma María Izquierdo profesional en Ciencias Políticas, la inclusión no implica representatividad, es decir, que aunque se incluye nominalmente a la mujer en la vida pública, no se le otorga un papel representativo proporcional al que tienen los hombres.
La participación política de la mujer en reincorporación ha sido ensombrecida, a cuatro años del acuerdo, relatan sus vivencias a través de las narrativas que develan la situación actual de mujeres que viven en la ruralidad, mujeres excombatientes, pertenecientes a comunidades étnicas afrodescendientes, historias que demuestran que el proceso transformador debe estar inmerso en políticas de Estado que permitan el avance de la mujer en esferas que hasta hoy día han sido asignadas y reconocidas para el género masculino tradicional.
Tanto en la guerrilla como en Colombia hay machismo, pues los guerrilleros también se han formado dentro de una sociedad machista. El 40% de la guerrilla estaba conformado por mujeres, pero la lucha de la mujer todavía es vista como algo secundario, mencionan Liliana López y Laura Narváez, exprisoneras políticas e reincorporadas. Agrega Liliana, firmante del Acuerdo de Paz y encargada de los comités de género del partido Comunes a nivel nacional, es importante lograr que tanto en lo que fue el movimiento guerrillero como en el país, se valore el papel que juegan las mujeres, se aprecie más.
En cuanto a las mujeres excombatientes, son varias las investigaciones las que consideran que las mujeres [excombatientes] cumplen un doble rol, además del político, principalmente en proyectos de construcción de paz y reinserción, también ocupan el rol tradicional de madres, esposas y jefas de hogar, menciona la investigación Mujeres excombatientes y espacios de participación del Observatorio de paz y conflicto de la Universidad Nacional. Así lo demuestra Elvira Sánchez, profesora de la Universidad de Michigan, en su investigación en la cual menciona la injerencia de las excombatientes en el trabajo de proyectos de paz, en la que se resalta su transformación de actores de guerra a sujetas de paz, partiendo de los procesos de rescate y validación de la memoria.
En cuanto a participación democrática en elecciones, después de firmado el Acuerdo de Paz en el 2016, las antiguas FARC-EP, ahora Comunes, participaron por primera vez en comicios regionales. Los resultados no fueron alentadores puesto que de los 308 candidatos, 101 excombatientes y 207 no excombatientes, ninguno logró vencer en las 16 alcaldías a las que aspiraron con candidaturas propias.
Sin embargo, el partido FARC, como era conocido antes de la II Asamblea extraordinaria realizada el 24 de enero, en coalición con Unión Patriótica, Colombia Humana y Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS), logró obtener una curul en la Junta Administradora Local (JAL) de Ciudad Bolívar, con Luceris Segura y una más en la localidad de Bosa, con Mauricio Esguerra. Tres excombatientes vencieron con el aval de otros partidos: Guillermo Torres, en Turbaco, Bolívar por Colombia Humana, Edgardo Figueroa en Puerto Caicedo, Putumayo, por la Alianza Social Independiente (ASI), y Marino Grueso en Guapi, Cauca, por la Coalición Frente Amplio por Guapi (UP, FARC, Colombia Humana y MAIS).
Aun así, con la esperanza intacta frente al cambio, en el NAR Jimmy Tatama una de las mujeres participó en las elecciones departamentales del 2019 por el partido FARC. Maricela Flórez, una mujer aguerrida y constante, fue candidata al concejo de Pueblo Rico, Risaralda. El camino que se veía dificultoso, se tenía el antecedente de las primeras elecciones a las que ese partido se había presentado en el 2018, en las que además del duro golpe de los resultados, 49.170 votos para el Senado y 30.643 votos para Cámara de Representantes, no hubo garantías electorales, fueron señalados, descalificados y estigmatizados.
Contra todo pronóstico y los asesinatos de firmantes de paz que se empezaron a dar en todo el país, se inició el proceso con una reunión de la comisión departamental de Género Risaralda, las mujeres plantearon lanzar a una candidata al concejo de Pueblo Rico con el aval del partido. En el organismo nacional de la comisión de género se dio el apoyo por parte de la senadora Victoria Sandino e inició el trabajo en firme. La preparación y las reuniones comenzaron con un equipo austero, apoyado por la compañera Carmenza enviada desde Bogotá para acompañar la organización, la propaganda y la difusión de la candidatura, además de colaborar en los encuentros con las comunidades.
Maricela es de Urrao Antioquia, lideresa política en la comisión de mujer y diversidades del partido Comunes en Risaralda, tiene dos hijos los cuales dio a luz en medio del conflicto, las implicaciones del reencuentro familiar van desde lo sentimental hasta los parámetros jurídicos, pues tuvo que demostrar que es la madre biológica de los dos y así poder ser la madre legal. Comenta Maricela allí [en la implementación de lo acordado] los avances para la solución de problemas de esta índole son mínimos.
Ingresó a la guerrilla a los 14 años a causa del acoso a su familia por parte del ejército en Urrao. Se desempeñó como radista y enfermera. Desde la firma del Acuerdo de Paz, decidió incidir en la lucha por la transformación y los cambios sociales desde la participación política, siendo la primera mujer en ser candidata por parte del partido Comunes en el departamento de Risaralda. Su principal objetivo es lograr visibilizar la lucha de las mujeres y diversidades libradas por las personas en proceso de reincorporación y de las comunidades aledañas, y poder garantizar el acceso a los derechos mínimos y fundamentales como: la salud, la educación, la vivienda…, que las mujeres puedan decidir sobre su cuerpo y tener unas garantías claras en los procesos de participación política, señala Maricela.
Durante los encuentros para presentar las propuestas de su candidatura, el recibimiento de las comunidades en Cinto, Agüita y vereda la Cristalina, fue positivo, tuvieron mucha acogida las propuestas en relación a la mujer y el territorio, Menciona. Sin embargo, en las dos últimas semanas el panorama cambió, el ambiente se empezó a tornar muy tenso, la estigmatización en redes sociales y propaganda malintencionada hizo que la gente tuviera una percepción diferente hacia nosotros, recalcó Maricela Floréz. Agrega, ahí lo difícil, primero es ser mujer, segundo ser firmante de la paz, y tercero ser humilde.
Un ejemplo fue el caso de Sandro, un joven de la zona. Su familia tiene un restaurante tradicional en la vía hacia Santa Cecilia, se llama La Viuda. Él se adhirió al equipo de campaña, compagino con las propuestas de la candidata, sin embargo, a una semana de las elecciones el joven solicita el retiro por amenazas en las redes sociales y se aísla, durante el proceso se solicita la UNP (Unidad Nacional de Protección) reforzar la protección para Sandra y Jenny, aún sigue en trámite dicha petición, finaliza.
Hoy, a cuatro años del acuerdo, siguen caminando las mujeres farianas en la penumbra bajo la luz de la luna y con cocuyos de esperanza ¡Ya no sumergidas en la selva! sino en medio de un caserío olvidado, ¡ya no en la caleta! sino en casa. Con paredes de madera y piso de tierra, que en las cifras del DANE se clasificaría como extrema pobreza, transcurren los devenires de la reincorporación, una lucha constante con lo que ha sido este país de miseria y descontentos políticos, un país desangrado en los años 50 por la violencia, violencia que no deja de ser, describe una firmante de paz en relación a las condiciones del NAR.
En todo caso seguimos comprometidos con la paz, pero ¡hay que fregarse mucho para conseguir una vida digna, manifiesta Marisela mientras en su regazo está Kevin, el hijo de otra mujer excombatiente.
Otra de las formas en las que las mujeres del NAR inciden y participan de forma política, es en los espacios formativos, creados por la comisión para la preparación y postura frente al naciente feminismo insurgente, con el que se busca poner en el debate político al interior del partido y de las excombatientes FARC, sobre la mujer y las diversidades.
La comisión, de la que hacen parte mujeres excombatientes y no excombatientes, conformó la Escuela de Género y Diversidades que se ha venido realizando anualmente, es una apuesta de formación para la participación política en asuntos internos y la política pública. Hasta el momento llevamos tres escuelas, explica una de las mujeres organizadoras.
La Escuela del 2017 se realizó en Pereira con la colaboración de la organización sindical SER, la temática de trabajo fue en torno a los roles de género y los liderazgos femeninos. Las conclusiones de la escuela motivaron a las participantes para seguir con la propuesta de formación popular creada por y para mujeres y diversidades. La vinculación de otras organizaciones sociales fue crucial para que otras personas conocieran las posibilidades de liderazgo que las mujeres farianas tienen.
Una posición política enmarcada desde el feminismo insurgente, recoge varias posiciones de las mujeres farianas durante el proceso de diálogo e instauración del primer Congreso de las FARC, pasando por propuestas de confrontación política frente al sistema patriarcal, el uso cotidiano de los asuntos domésticos y la valoración del papel del cuidado en la sociedad, así como el respeto por temas como el aborto libre y seguro, y la paridad en las asignaciones públicas.
La segunda escuela se llamó Manuela Sáenz, por la única y definitiva independencia, el nombre fue la reivindicación de la participación en la política de muchas mujeres durante el proceso de independencia. La historia configura significantes patriarcales, pero sin Manuela no hubiese habido revolución, además se realizó en el año del bicentenario, esto configuró un nuevo agente dentro la organización feminista de Risaralda. Las relaciones con fundaciones abrieron caminos para la participación en los Consejos de Paz municipales.
Se realizaron círculos de discusión con otras organizaciones que acompañaron el proceso de formación de mujeres farianas con el enfoque de feminismo insurgente que se ha asumido, lo que dio paso a la conformación de la veeduría para la implementación de los acuerdos con enfoque de género. Este es un espacio que ha permitido la denuncia de violencias de género en Risaralda caso de la violación de la niña Embera Chami en territorio y la solicitud a las instituciones de velar por el derecho a acceder a los programas dispuestos para la población reincorporada y con enfoque de género.
La tercera Escuela de Género y Diversidades se realizó en el 2020, se llamó Lucero Palmera en reivindicación a una mujer revolucionaria y líder política con alto espíritu para el cambio, su mayor fortaleza consistía en la difusión del pensamiento bolivariano a través de las emisoras de la resistencia. Esta escuela se centró en el cuidado de sí como mujeres protagonistas en nuestros territorios, el enfoque se orientó en las labores diarias y la distribución de los tiempos para alternar los trabajos domésticos y la participación política.
La participación política es integral va desde la organización familiar hasta el empoderamiento en los espacios públicos, lo privado también es político, recalca una de las participantes.
La organización política de las mujeres farianas en el regional de Risaralda no cesa, la Comisión de Mujeres también estuvo en el I encuentro de mujeres farianas realizado en la ciudad de Bogotá, las discusiones en este espacio fueron enriquecedoras, incluso el espacio de cuidado para las mujeres que tenían a sus hijos fue uno de los actos sui generis El acompañamiento de universidades con el enfoque pedagógico para el cuidado de los niños fue fundamental. Se reconoce la experiencia y capacidad organizativa y la claridad para poder conjugar la labor de ser madres sin dejar de ser políticas, fue a gran apuesta del encuentro.
Finalmente, el resultado de la participación electoral de Maricela Flórez no fue el más alentador, no fue elegida en los comicios para ser concejal de Pueblo Rico. Sin embargo, la participación política y lucha por la vida digna no se redujo a una elección, por el contrario, además de impulsar la escuela de formación, las excombatientes acompañan como gestoras del proceso de reincorporación Jimmy Tatamá, con proyectos productivos, sacando adelante el Nueva Área de Reincorporación.
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A través de una serie de talleres, este grupo de jóvenes se propusieron construir desde cero las estrategias de comunicación de cada una de sus iniciativas y colectivas poniendo en el centro la defensa de los derechos humanos en sus territorios.