Por:
Colectiva Divergente
Andrea Mateus Correa
Paula Ferro Mancipe
Karen Montenegro
Agradecimientos:
A todas las mujeres que se atrevieron a contar su historia.
Escuela de Medios sin comillas 2020
La memoria contribuye al reconocimiento de la historia y la realidad, edifica los aprendizajes que debemos adaptar para avanzar como humanidad.
La violencia tiene diversos y múltiples efectos sobre las dimensiones de la vida, y generan impactos profundos que transforman por completo la manera de habitar el mundo y autoreferenciarnos. A continuación, se narran algunos de los impactos que las mujeres han vivido como resultado de sus experiencias de violencias. Esta memoria y las historias que las componen han empezado a resignificarse y conspirar para construir nuevas realidades para muchas mujeres.
Los impactos que cada mujer ha vivido como resultado de las violencias, se enmarcan en diversas dimensiones: psicológicas-emocionales, sociales, sexuales, económicas, físicas y políticas. Varias de las mujeres que hicimos parte de este proceso vivimos lo que en psicología se conoce como: síntomas de estrés postraumático, manifestado a través de insomnio, pesadillas y ansiedad. Revivir en la mente episodios violentos remueve muchas fibras en el cuerpo; aún más si no han existido medidas de reparación o tan siquiera de no repetición.
Muchos hombres y mujeres se atreven a juzgar y señalar, y no reconocen lo complicado que puede llegar a ser un proceso de denuncia, reflexión y análisis de experiencias de violencia. Como lo decíamos en el primer apartado, la Pedagogía de la Crueldad hace que la empatía se destruya, y no exista la posibilidad de ver realidades como estas desde los zapatos de la otra; incluso por personas que se supone luchan en contra de las injusticias, que habitan territorios del Sur, y ven a diario esta y muchas otras problemáticas.
La indiferencia se camufla en frases como: hasta no ver, no creer (y tienen que ser evidencias absolutamente escabrosas, que rayan con el morbo y el amarillismo), como no me pasa a mí o a mi familia, entonces no importa o no existe. En nombre de la organización se permite y sacrifica todo. En pocas palabras, el patriarcado al desnudo.
Testimonio de Antonia
Yo estaba completamente destrozada, con una autoestima muy baja. Había priorizado mucho a la organización en ese momento, por encima de la universidad, de mi familia, y, al sentir ese abandono del lugar donde quería estar, pues decidí irme. En la PSU no había un lugar respetuoso, justo, ni seguro para mí.
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Salí de la plataforma como una mujer con la autoestima muy baja, débil, con un proyecto de vida completamente desfigurado. Vi como en la plataforma las personas, sobre todos los hombres, poco a poco iban alcanzando sus metas, como se graduaron del colegio, se graduaron de la universidad, se graduaron o cursaban maestría y yo siempre estuve en el mismo punto, por ocupar el tiempo como cuidadora de la organización.
Estaba muy triste, sufría ataques de ansiedad, peleaba al interior de mi familia, porque no era un espacio que yo habitara mucho. La familia la dejé completamente abandonada, cuando vuelvo, vuelvo herida y ese choque ahí es difícil.
Me fui, estaba completamente destrozada, desfigurada; era una mujer sin ningún aspecto equilibrado en su vida. Participar en la Plataforma y ser la compañera de Mauricio Rey, me destrozó por completo y tuve que volver armarme de a poquitos.
Testimonio de Isabela
Siento que muchas veces tuve sexo con él obligada. Pensaba: no quiero que me esté rogando más, no quiero, y él siempre se encargaba de hacérmelo ver. Me decía: tengo que rogarte todo el tiempo, tú siempre eres muy rogada para esto, pero mira siempre terminas accediendo. Y yo siento que esto también pasó por no disfrutar mi sexualidad. Nunca supe que era un orgasmo. Porque siempre tenía que estar en función de él y de su placer. Esas son cosas que he tenido que ir resolviendo porque son muy dolorosas.
Fueron tantos años en los que él estuvo cerca a mí, y yo literalmente no podía vivir mis relaciones de pareja como debía. A él le molestaba mucho que durante mi última relación de pareja, yo no hubiera tenido relaciones sexuales con él. Entonces hacía lo que fuera, muy a su estilo manipulador y saboteador, para que yo terminara peleando con mis parejas. Porque nunca le funcionaban, ni le gustaban, y no me dejaba ser… esto ha sido así desde hace mucho tiempo; casi todas mis relaciones de pareja pasaron por ese proceso.
Testimonio de Vanesa
El impacto con mi pareja… ush, ha sido súper significativo. La manera en que nosotros tuvimos que construir nuestra relación después de eso, fue impactante. Muchas personas no le cuentan estas cosas a su pareja ¡menos a su pareja! y siguen con su relación como si nada, pero para mí era importante, ¡porque yo me sentía mal! porque yo había asumido la responsabilidad y necesitaba decirle: No fuiste el único que se equivocó en esta relación, pero si los dos sabemos las equivocaciones del otro, y aun así queremos tomar la decisión de estar juntos… trabajemos en ello; pero claro, eso suena muy fácil, lo acabé de decir como en 5 segundos, pero vamos varios años construyendo eso, y lo que nos falta…
Mi pareja me ha enseñado que todo lo podemos construir… A mí me dio mucho susto asumir toda la crítica social que este tipo de historias pueden traer. Y mi pareja respetó eso… él en ningún momento ha hecho pública mi historia ¡nunca! nunca ha hecho un comentario frente amigos o a las familias, ¡jamás!
Nunca me ha hecho sentir como: ¡ah, pero es que tú también la cagaste! ¡jamás!, ¡nunca!
Porque él sabe que yo misma me di mucho látigo, y para mí fue muy difícil sobre-llevar las cosas, y creo que él entendió que con eso bastaba… Él fue quien me dio una luz.
Pero ese impacto de la relación, creo que ha sido una construcción muy interesante. De pronto que uno no espera que le pase en una relación. Porque uno dice: no me terminan y chao, yo miro cómo me reparo sola, pero sí, yo creo que mi pareja ha sido clave en toda la reparación.
Testimonio de Viviana
Manifiesto que en los años que trabajé en la Plataforma Social Usme, se presentaron prácticas machistas constantes. Me vi obligada a alejarme del espacio por las dinámicas de juzgamiento contra mí como mujer, pues se cuestionó mi sexualidad, dañando mi nombre, mi honra y mi dignidad, divulgando mi intimidad.
Por el contrario, las prácticas de Camilo Buitrago Velandia, nunca fueron cuestionadas en ningún momento. Tuve que alejarme de los procesos sociales y políticos de las organizaciones locales, porque estas dinámicas siguen sucediendo y no hay ninguna acción de cambio, reconocimiento, no repetición y restauración. Existe, por tanto, una violencia de género recurrente, manifestándose con toda acción que coacciona, limita o restringe la libertad y la dignidad de las mujeres.
En lo personal, tuve que alejarme cinco años de los procesos organizativos, al estar él, tuve que romper varias relaciones a causa de la difamación de mi nombre y mi honra, tuve que poner mi testimonio y mi vida privada a la palestra pública. Con todo esto, exijo una verdadera reparación. Mientras este tiempo ha transcurrido, él ha estado en el lugar organizativo de siempre y ¿aún quieren mantenerlo allí? Siempre se piensa en el daño futuro para la vida de los hombres denunciados, nunca se piensa en el daño que vive y enfrenta diariamente la mujer denunciante.
No hablamos de casos aislados, o algo que solo ocurra en la Plataforma Social Usme, sino también exponemos una realidad que permea otros espacios organizativos que dicen ser de izquierda, revolucionarios, y compartir el sentir de un territorio como Usme.
Aquí podrán conocer la historia completa de cada mujer:
Debemos dejar de pensar que la vida pública y privada no tienen relación. Lo político hace referencia a las dinámicas de poder y las maneras como se configuran las relaciones en lo privado. Se cuestiona y trabaja en lo público para transformar la desigualdad social, los privilegios de unos pocos, la explotación de los territorios, la crueldad de las realidades que se viven en el Sur, pero en lo privado no se aplican ninguno de estos mismos ideales. En un público son grandes líderes sociales, y en lo privado, son violentos con las mujeres, y algunos hombres.
Desde el feminismo se revalúa la idea de que la esfera privada no debe involucrarse con lo público. Gracias a la premisa lo personal es político, problemáticas como la violencia doméstica, la violencia en una relación de pareja, la violencia sexual, el disfrute de una sexualidad libre y plena, etc., son asuntos públicos, y sobre todo, asuntos que deben leerse a la luz de los Derechos Humanos.
Se supone que al defender una lucha social y política de izquierda, la violencia en contra de las mujeres no puede ser una realidad, y mucho menos una constante. Lastimosamente, vemos que esto se replica en diversos procesos sociales. Como se ha visto a lo largo de este reportaje, esto representa un gran peligro para la sociedad porque estos líderes tienen un gran poder de influencia, son modelos para otros hombres, para jóvenes, tienen acceso a poblaciones vulnerables y a mujeres jóvenes.
Hablamos de un mínimo de coherencia y respeto por la vida. Las acciones de estos hombres dañan y perjudican la vida de las mujeres, y se burlan de la idea de justicia. Es triste pensar y saber que muchos de estos hombres no reciben una sanción jurídica y menos una social, entonces ¿qué mensaje se está imponiendo?
Parece ser que el sistema patriarcal domina la justicia, minimiza la violencia en contra de las mujeres, la silencia y oculta. Estos hombres se benefician de estos privilegios, se refugian en la impunidad y exigen que la cofradía masculina los proteja, o mejor dicho, que los justifique.
Este concepto de Rita Segato se entiende como esa alianza masculina que encubre y protege a quienes ejercen todo tipo de violencias, en sus palabras: exige a los varones que constantemente pongan a prueba sus atributos: potencia bélica, potencia sexual y potencia económica el mandato de masculinidad es un mandato de violencia, de dominación, el sujeto masculino tiene que construir su potencia y espectacularizarla a los ojos de los otros. La capacidad de crueldad ante los ojos de los otros, de los pares (20).
El problema no son los líderes sociales, o las organizaciones sociales de izquierda, muchas hacen trabajos muy valiosos en los territorios, el problema real está en que se piense y admita que todo se vale en nombre de la organización, que se vale pasar por encima del bienestar y dignidad de las mujeres solo por defender a un caudillo o un cuadro político. Lo personal siempre será político. No pueden ser líderes en la calle y cafres en la casa.
Me pregunto ahora, ¿Cómo es posible que la universidad de La Salle siga enviando estudiantes a esa organización? La cual claramente no es un espacio seguro para las mujeres, y dudo mucho que les permita tener un proceso de práctica nutritivo y satisfactorio. Porque si no hubiera sido por esa denuncia, las cosas seguirían exactamente igual; tanto en la dinámica de la organización, como con los agresores. Porque lo que creo es que en este tipo de contextos, la violencia no se acaba, sino que muta; entonces se amoldan conforme sea el contexto, pero siguen estando ahí, en manos de los mismos de siempre. Y lo que buscan realmente es respaldar su apariencia pública acogiéndose a discursos políticamente correctos. Testimonio de Maria Jose
Cada uno de los hombres nombrados a lo largo de este reportaje comparten una característica: afirman que sus reflexiones los han llevado a ser hombres nuevos, que se piensan distinto al común ser esperado por el patriarcado; pero utilizan estas premisas como una cortina de humo y una máscara ante la presión social. Sin mencionar que muchos se apropian de los discursos que el feminismo expone para legitimar sus acciones violentas, conquistar mujeres, perpetuarse en el poder, y seguir siendo el mismo hombre que disfruta de los privilegios que le otorga el sistema patriarcal (5 y 6).
Los hombres que callaban, solían hacer lo mismo con sus parejas. Lo que los llevó a callar fue estar en un lugar privilegiado, no creo que corresponda a un trauma, a falta de comunicación, a falta de educación, no, simplemente fueron conscientes de la problemática y prefirieron ser cómplices, vieron cómo se ejercía la violencia y no dijeron nada porque les convenía. Estaban en un lugar privilegiado, desde donde hicieron todo lo que hacían o no hicieron nada de lo que tenían que hacer. Antonia
En el marco de la Semana de la Juventud en la vereda La Pedregosa, en Cajibío, Cauca, niños y jóvenes de entre 7 y 35 años se animaron a reconocer a algunos líderes de su territorio que han despertado su interés por las artes.
Hoy, a casi un año del traslado del ETCR Mariana Páez al municipio de Acacías, Meta, son alrededor de 250 personas las que le apuestan a la construcción de paz. Solidaridad y resiliencia son las palabras con las que la comunidad define su unión.
A través de una serie de talleres, este grupo de jóvenes se propusieron construir desde cero las estrategias de comunicación de cada una de sus iniciativas y colectivas poniendo en el centro la defensa de los derechos humanos en sus territorios.